domingo, 28 de enero de 2024
Rise of the Tomb Raider (PC, 2015)
sábado, 2 de diciembre de 2023
Left 4 Dead 2 (PC, 2009)
martes, 3 de octubre de 2023
Heaven's Vault (PC, 2019)
sábado, 2 de septiembre de 2023
Death and Taxes (PC, 2020)
domingo, 23 de julio de 2023
Audiosurf (PC, 2008)
Versión analizada: PC.
Otras versiones: Ninguna que yo sepa.
Los juegos de música, un género que explotó sobre manera a finales de los 2000s con sagas interminables como Guitar Hero y Rock Band, desaparecieron de la noche a la mañana y nos dejaron extremadamente huérfanos. Atribuyo una parte no negligible de mi obsesión melómana a esas tardes con la guitarrita, aporreando botones al son de Lynyrd Skynyrd, Skid Row o Heart como si no hubiera un mañana. Y un buen día, alguien decidió que a nadie más le interesaban: un formato que podía haberse mantenido décadas, con un mejor modelo de DLCs o de suscripción incluso, muerto y enterrado en cuanto pusieron sus sucias manos los de Green Day.
La variante, a su vez anterior y por tanto más venerable, que ha gozado de cierta supervivencia, es la del juego de "ritmo", aquel que empezó en los arcades con el Dance Dance Revolution y sus plataformas pisoteadas hasta la saciedad por gente que se lo tomaba extremadamente en serio, y que evolucionó hacia la moñigada del Just Dance con sus mandos hápticos que saben cuando estás haciendo el swish-swish y cuando sin querer te lo has dejado puesto mientras lavas los platos. Siguen vendiendo unidades, como podrían haber hecho los juegos rockeros y similares (¿remember DJ Hero? Una década después tuvimos el Fuser pero ahí, también, tenemos que lamentar una pérdida: los servidores se cerraron el año pasado). Las nuevas generaciones crecerán sin referentes musicales de calidad, solo con esas cosas de menear el culo y restregarse. ¡Vergüenza!
viernes, 16 de junio de 2023
Project Highrise (PC, 2016)
Versión analizada: PC.
Otras versiones: PlayStation 4, Xbox One, Nintendo Switch, Android, iOS
No hay nada más inhumano que un rascacielos, esas torres de hormigón y metal que desafían a los dioses. Lo de apilar personas ya parece bastante macabro una vez muertos, con estos nichos rollo colmena que imagino tienen como único atractivo su precio más reducido (por suerte no he tenido oportunidad de cerciorarme), pero ¿aún en vida? Sólo acepto edificios de más de diez plantas en lugares como Benidorm, donde esos tótems del progreso canceroso son el atrezzo perfecto para la decadencia general, y aparte tienen preciosas vistas a la playita. Cosa que por otro lado debe generar el efecto dómino que se da cuando se levanta el que tienes delante en un concierto: posteriores colosos deben ser aún más altos para por lo menos poder venderlos con el plus de "balcón al mar", y así nos plantamos con obeliscos de 1 kilómetro de altura que podrían venirse abajo con la más sutil brisa mediterránea. Es un problema.
En Project Highrise no hay brisas (aunque la lluvia tiene efectos negativos, si bien más para la afluencia de público en tu boyante templo a la modernidad que para la estabilidad de sus cimientos), pero sí que hay una simulación más que fidedigna de la alienación post-industrial del individuo. Placer, trabajo y vivienda, todo aglutinado en los mismos metros cúbicos. Una sociedad en miniatura de la que tú eres arquitecto y Dios Supremo, sin rendirle cuentas a nadie, ni siquiera a tus pobres inquilinos.
lunes, 22 de mayo de 2023
Wolfenstein: The New Order (PC, 2014)
Versión analizada: PC.
Otras versiones: PlayStation 3, PlayStation 4, Xbox 360, Xbox One
El añorado Norm MacDonald dijo "no sé si ustedes son aficionados a la historia o no pero, a principios del siglo pasado, Alemania decidió entrar en guerra. ¿Y con quién entraron en guerra? ¡Con el mundo! Uno pensaría que el mundo tardaría unos cinco segundos en ganar, pero no, ¡estuvo muy cerca!". Tan cerca, de hecho, que es concebible, y casi un tópico en el género de la "historia alternativa", un mundo en el que Hitler se hiciera con el dominio absoluto del planeta. Wolfenstein es quizá la obra más popular en presentar esta idea, empatada con El hombre en el castillo de Dick. Una saga casi sinónima con el desarrollo de la industria del videojuego, que increíblemente cumplía 33 años cuando salió este título, The New Order.
Cómo no, nunca la había jugado, y aunque los shooters nunca han sido mi fuerte, es difícil resistir la tentación de matar unos cuantos puñados de nazis, así que qué diablos: pasadme el lanzallamas, que hoy cenamos bratwurst.